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Roma es conocida como la “Ciudad Eterna” debido a su rica historia y legado que ha perdurado a lo largo de los siglos. La ciudad fue fundada en el año 753 a.C. por Rómulo y Remo -según la leyenda- y ha sido el centro del poder, la cultura y la religión en diversas épocas. El término “Ciudad Eterna” se originó en la época del Imperio Romano, cuando la ciudad estaba en plena expansión y se consolidó la creencia de que Roma duraría para siempre. El poeta latino Albio Tibulo acuñó la expresión “Urbs Aeterna” (ciudad eterna) en su libro Elegías.
De las grandes capitales europeas que he visitado, Roma me ha impresionado por su exuberancia cultural. Literalmente cualquier adoquín tiene epopeyas que contarnos si le prestamos la suficiente atención. París, Londres o el mismo Madrid no tienen parangón en cuanto a riqueza cultural «concentrada»: el Museo Británico, el Louvre o El Prado son singularidades en el tejido del espacio-tiempo que nos transportan a otras épocas cuando los visitamos. Pero además de tener los Museos Vaticanos, en Roma la cultura está como «desparramada», si se me permite la expresión. Es un no parar. En ello tiene que ver, sin duda, los varios siglos de ventaja que Roma tiene versus esas otras capitales en cuanto a relevancia a nivel «mundial». Supongo que El Cairo, o Bagdad deben generar también esa impresión.
Roma comenzó como una pequeña ciudad-estado en la región central de la península itálica. A lo largo de los siglos, la ciudad creció en poder y territorio, pasando de una monarquía a una república en el 509 a.C. Durante la República Romana, Roma expandió su influencia por lo que hoy es Italia y más allá, gracias a una serie de victorias militares, alianzas estratégicas y un sistema de gobierno que, aunque inicialmente republicano, gradualmente se fue centralizando en torno a figuras como Cayo Julio César. En el 27 a.C., César Augusto se convirtió en el primer emperador, marcando el inicio del Imperio Romano.
El Imperio Romano alcanzó su apogeo en los siglos I y II d.C., extendiendo su dominio desde las Islas Británicas hasta el norte de África, y desde Hispania hasta Asia Menor. Sin embargo, con el tiempo, el imperio comenzó a enfrentar problemas internos, como crisis económicas, invasiones bárbaras y luchas por el poder. En 476 d.C., el Imperio Romano de Occidente cayó debido a la presión de los pueblos germánicos, mientras que el Imperio Romano de Oriente, conocido como el Imperio Bizantino, perduró hasta 1453.
Trastevere
El Trastevere es un pintoresco barrio de Roma, conocido por su ambiente bohemio, sus estrechas calles empedradas, y su vida nocturna animada. Se encuentra al sur del río Tíber, en la zona occidental de la ciudad, y su nombre, que proviene del latín «trans Tiberim» (más allá del Tíber) indica que está al otro lado del río respecto al centro de la ciudad. Mi querido amigo JLLV nos acogió en su apartamento y ejerció de Cicerón cuando tuvo oportunidad.
La cúpula de la Basílica de San Pedro del Vaticano domina los cielos de Roma. Al doblar una esquina uno se encuentra con bonitas estampas que hacen de Roma una ciudad de rincones.
Paseo por el Centro
Via Giulia es una de las calles más elegantes y emblemáticas del centro histórico de Roma, construida en el siglo XVI bajo el papado de Julio II, quien encargó la creación de esta vía para mejorar la circulación en la ciudad y embellecer la zona. La calle fue diseñada por el arquitecto Antonio da Sangallo el Joven y es conocida por su estilo renacentista, con edificios palaciegos de gran prestigio, elegantes fachadas y un trazado rectilíneo que contrasta con las sinuosas y más caóticas calles de Roma. Uno de los puntos más destacados de Via Giulia es el Arco Farnese, un pequeño y hermoso arco de triunfo que data del siglo XVI. Este arco fue construido en honor al papa Paolo III Farnese, quien pertenecía a la poderosa familia Farnese, una de las familias más influyentes en Roma durante el Renacimiento.
El Templo de Juturna (en italiano, Tempio di Giuturna) es un antiguo templo romano dedicado a Juturna, la diosa de las fuentes y los manantiales. Estaba situado en el Foro Romano, cerca del Lago del Foro, al suroeste de la Curia (el edificio donde se reunían el Senado y los magistrados romanos), en una zona que estaba relacionada con el agua y los recursos hídricos de la ciudad.
Campo de’ Fiori es una de las plazas más famosas y vibrantes de Roma, conocida por su mercado al aire libre y su animada atmósfera. Está ubicada en el corazón del centro histórico de Roma, cerca del barrio de Trastevere.
En el centro de la plaza se erige una estatua de Giordano Bruno, un filósofo y sacerdote italiano del siglo XVI que fue quemado en la hoguera por la Inquisición en 1600 debido a sus ideas heréticas. El monumento es un símbolo de la libertad de pensamiento y la lucha contra la intolerancia religiosa. La estatua de Bruno, mirando hacia el Vaticano, es un recordatorio de su trágico destino y su desafío al poder eclesiástico de la época.
Castel Sant’Angelo
El Castel Sant’Angelo (Castillo del Santo Ángel) es uno de mis monumentos preferidos de Roma. Estéticamente es un castillo almenado precioso y su planta circular lo hace singular a la vista.
Situado a orillas del río Tíber, cerca del Vaticano, su historia y arquitectura han transformado este edificio en una mezcla de fortalezas, residencia papal y museo.
Originalmente, el edificio fue diseñado como un mausoleo imperial para el emperador Adriano y su familia, en el año 135 d.C. El Ponte Sant’Angelo fue originalmente construido en el año 134 d.C.
Durante el Renacimiento, el puente fue renovado y embellecido, especialmente en 1669 bajo el papado de Clemente IX. Fue en esta época cuando se añadieron las 10 estatuas de ángeles, obra de destacados escultores de la época, como Lorenzo Ottoni, Bernini y otros, que adornan el puente. Estas estatuas representan ángeles que sostienen diferentes elementos de la pasión de Cristo, como la cruz, los clavos o la corona de espinas.
El nombre «Castel Sant’Angelo» proviene de una leyenda del siglo VI, según la cual el Papa Gregorio I tuvo una visión del Arcángel San Miguel sobre el castillo, quien, al desplegar sus alas, anunciaba el fin de la peste que asolaba Roma. Esta visión fue interpretada como un signo de protección divina, y el castillo pasó a llamarse «Castel Sant’Angelo» en honor al Arcángel San Miguel.
En su fase original, el mausoleo tenía una planta circular (de forma cilíndrica), con una gran base cuadrada rodeada por un muro circular y una serie de columnas. Esta planta fue típica de las tumbas imperiales romanas.
Con el paso de los siglos, especialmente durante el papado de Gregorio I en el Siglo VI, el castillo se fue modificando para servir como una fortaleza militar.
Se fortificó el edificio y se convirtió en un refugio papal, añadiéndose murallas exteriores y estructuras defensivas. Por dentro hay varios pasadizos y corredores con rampas para permitir el rápido movimiento de tropas y armas.
El patio de armas alberga varias esculturas y una descomunal ballesta -como las matadragones que aparecen en Juego de Tronos 😉-.
En el Museo de Castel Sant’Angelo pude apreciar una exposición de armas renacentistas con delicados labrados. Algunas de esas armas son ceremoniales, y en ocasiones pertenecían a la Guardia suiza -la tradicional guardia protectora del Papa-.
En el interior del Castel Sant’Angelo se encuentran los restos de Adriano y sus sucesores, incluyendo la emperatriz Sabina. En sus primeros años sirvió para albergar los restos de los miembros de la dinastía de los Antoninos.
En la Sala de Urnas, se pueden ver varias urnas funerarias que eran utilizadas para guardar las cenizas de los emperadores y otros miembros de la familia imperial. Estas urnas estaban decoradas con motivos y esculturas que representaban la gloria imperial y el poder de la dinastía. El uso de urnas era una tradición romana para el tratamiento de los restos de los emperadores y figuras importantes
Desde la planta superior se puede apreciar una preciosa vista de Roma.
El Castel Sant’Angelo tiene una conexión directa con el Vaticano a través de un pasadizo subterráneo conocido como el Passetto di Borgo. Este pasaje, que fue construido en el siglo XVI, es uno de los elementos más fascinantes de la historia del castillo. Fue una medida de seguridad para los papas, quienes, especialmente durante los períodos de conflicto y crisis, necesitaban un medio rápido y seguro para escapar del Vaticano hacia la fortaleza.
La terraza del castillo, donde se encuentra la estatua del Arcángel San Miguel, ofrece una vista panorámica espectacular de Roma, incluyendo la Plaza de San Pedro, el Vaticano, el río Tíber y otras partes emblemáticas de la ciudad. Se accede a ella mediante un angosto pasaje de escaleras.
La estatua de San Miguel con una espada simboliza la protección de Roma y el Papado.
A través de esta figura, el arcángel se asocia con el poder del papado para defender Roma y sus habitantes, especialmente en tiempos de crisis o de invasión.
Este momento de ver la estatua de San Miguel en una noche clara, cuando el flujo de turistas -por casualidad- en la terraza había cesado momentáneamente, es un momentazo en mi vida.
Arco de Constantino
El Arco de Constantino fue inaugurado en el año 315 d.C., para conmemorar la victoria de Constantino I sobre Maxencio en la batalla del Puente Milvio (312 d.C.), que consolidó el poder de Constantino como emperador.
Esta victoria fue clave, ya que marcó el comienzo de la conversión del Imperio Romano al cristianismo bajo el Edicto de Milán en 313 d.C., que garantizaba la libertad religiosa en todo el imperio.
Los paneles del arco están decorados con relieves escultóricos que representan escenas de la victoria de Constantino sobre Maxencio, incluyendo batallas, procesiones triunfales y escenas de la aclamación de Constantino como emperador.
El arco se encuentra en una ubicación estratégica entre dos de los monumentos más importantes de Roma, el Coliseo y el Palatino, y es uno de los arcos triunfales más grandes de la ciudad. El arco tiene 21 metros de altura, 25,7 metros de ancho y 7,4 metros de profundidad.
Cerca del Arco encontré a un grupo de soldados del Ejército Imperial de Roma montando su guirigay, muy simpáticos.
Columna de Trajano
La Columna de Trajano (en italiano, Colonna Traiana) es uno de los monumentos más importantes de la antigua Roma y se erige como un símbolo de la grandeza del emperador Trajano y de su éxito militar. Está situada en el Foro de Trajano, en el corazón de la Roma antigua, cerca de la actual Piazza Venezia.
La columna fue erigida en el año 113 d.C., por orden del emperador Trajano, para conmemorar su victoria en las Guerras Dacias (101-102 y 105-106 d.C.), que fueron fundamentales para la expansión del Imperio Romano en la región de Dacia (actualmente parte de Rumanía)
La característica más distintiva de la Columna de Trajano son los relieves continuos que recubren su superficie, los cuales cuentan la campaña militar de Trajano en Dacia. El relieve comienza en la base de la columna y asciende en espiral hasta la cima, en un friso de 200 metros de longitud, y está compuesto por aproximadamente 2.500 figuras.
La columna tiene una altura de 38 metros desde la base hasta la punta. Está construida en mármol de Carrara, uno de los materiales más apreciados de la época. En la base de la columna se encuentra un sarcófago que contiene los restos de Trajano.
Roma y el río Tíber
El río Tíber (en latín, Tiberis) es uno de los elementos geográficos más importantes de la ciudad de Roma y ha jugado un papel crucial tanto en la fundación como en el desarrollo histórico de la capital del Imperio Romano.
Según la leyenda romana, Roma fue fundada por Rómulo y Remo, los míticos gemelos que fueron amamantados por una loba en las orillas del Tíber. Esta historia está asociada al Monte Palatino, uno de los siete montes de Roma, que se encuentra justo al lado del río. En la mitología romana, el río estaba relacionado con el dios Tíberino, quien personificaba al propio río. Los romanos le rendían culto a Tíberino como una deidad protectora de la ciudad, y su culto fue especialmente importante durante los primeros siglos de la República. Intrínsecamente asociados al río, que serpentea a través de la ciudad, están sus puentes.
Puente Giuseppe Mazzini: inaugurado en 1906 y dedicado a ese importante político, filósofo y activista italiano, uno de los principales líderes del movimiento de unificación italiana y defensor de los ideales republicanos y democráticos
Puente Vittorio Emanuele II: conecta el distrito de Vaticano con el centro de la ciudad. Inaugurado en 1911, su construcción se llevó a cabo para conmemorar al primer rey de Italia, Vittorio Emanuele II, y simboliza la unidad del país tras la unificación italiana en el siglo XIX
Puente Cestio: uno de los puentes más antiguos de Roma. Originalmente construido en el siglo I a.C. durante el período de la República Romana, bajo el mandato del cónsul C. Cestio. El puente tiene una relación simbólica y práctica con la Isla Tiberina, que desde la antigüedad ha sido un lugar asociado con la medicina y la religión. En la isla se encuentran importantes edificios, como el antiguo Templo de Esculapio.
Ponte Fabricio y Ponte Emilio: El Ponte Fabricio (también conocido como Ponte dei Quattro Capi) es el puente más antiguo de Roma que aún está en funcionamiento. Fue construido en el año 62 a.C., durante el mandato de Lucio Fabricio, un cuestor romano que supervisó su construcción. El Ponte Emilio, conocido también como Ponte di San Bartolomeo, fue originalmente construido en el siglo II a.C. y fue dedicado a Emilio Lepido. Queda en pie únicamente un arco.
Puente Umberto I y el Palazzo della Corte di Cassazione: inaugurado en 1909, el Ponte Umberto I fue diseñado en estilo neoclásico y recibió su nombre en honor al Rey Umberto I, quien fue monarca de Italia desde 1878 hasta su asesinato en 1900. El rey Umberto fue muy popular en su tiempo y se identificaba con la estabilidad del Reino de Italia.
Giardino degli Aranci
El Giardino degli Aranci (Jardín de las Naranjas) está situado en la colina del Aventino, una de las siete colinas que forman el núcleo histórico de la ciudad. Y ofrece una vista panorámica impresionante de la ciudad.
El río Tíber siempre como elemento vertebrador de Roma, y la cúpula de la Basílica de San Pedro, omnipresente.
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