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El viaje desde Buenos Aires hasta el Aconcagua, en plena Cordillera de los Andes y a escasos Km. de la frontera con Chile, es el Road Trip más largo que jamás haya hecho (> 3000 Km). Me encanta viajar por carretera y he hecho muchos viajes largos (como recorrer toda la costa del mar Cantábrico y Portugal hasta llegar a Cádiz y de vuelta a Madrid, o salir por el sur de Las Vegas y rodear el Cañón del Colorado llegando a Monument Valley y volver por su cara norte) pero ninguno tan bestia. En términos europeos, sólo la ida es equivalente a un Sevilla – Copenhague por carretera. Da una idea del tamaño de Argentina.
El origen del viaje no pudo ser más random. Mi queridísimo amigo SDG, en cuya casa estábamos parando en Bs. As., nos quería enseñar su casa de campo en la provincia de San Luis. Y como gran argentino canchero y aún mejor anfitrión se ofreció a enseñarnos su región. Yo ya había sobrevolado Los Andes y me habían asombrado por altos y afilados y cuán larga era la cordillera, así que dije que a mí me llamaba mucho la atención el Aconcagua, pero que igual nos quedaba muy lejos de Merlo. Y él contestó que aquella zona pre-Andes era famosa por su belleza y sus carreteras de montaña y que a él siempre le había llamado la atención. De todas forma nos íbamos a meter ~1000 Km. hasta llegar a Los Molles… a ver si no había hu3v0$ de llegar hasta el Aconcagua… 🤷🏻
… ¿cómo que no? aguántame la cerveza un momento.
En el trayecto atravesamos las provincias de Buenos Aires, Córdoba, San Luis y Mendoza. El primer día de viaje llegamos a Los Molles, a unos 800 Km. Es impresionante lo que tardamos en salir de Buenos Aires por las autopistas, estaban atoradas de coches. Yo he vivido muchos años de atascos en Madrid, pero Buenos Aires es el monstruo de la tercera pantalla. Hasta que uno no sale a 40 Km. de distancia no se aclara el tráfico… es el Gran Buenos Aires, el área metropolitana donde viven unos 15 millones de personas. Una vez se sale, la ruta RN-8 no es una autopista de varios carriles, sino que en la mayoría de los tramos es de un carril con doble sentido, como una carretera nacional en España.
Los Molles – Merlo
Los Molles es un encantador pueblecito a las afueras de Merlo. Donde me he comido el mejor chivito asado en cruz de mi vida. Como curiosidad, el molle (Schinus molle) es un árbol nativo de Argentina. Es un miembro de la familia de las anacardiáceas y se caracteriza por su tronco delgado y ramas extendidas, así como por su follaje perenne y su apariencia frondosa.
El área que rodea a Merlo es célebre por sus parajes naturales. Aunque se encuentra a los pies de las Sierras de Comechingones (¡ja! 😁 ), la ciudad ya se encuentra a más de 1100 m. de altitud. A su alrededor se pueden encontrar tanto humedales creados por la multitud de arroyos que hay, como paisajes más agrestes como corresponde a la altitud de las montañas.
En lugar de tomar la carretera más directa -y comercial, con los camiones- en dirección al Aconcagua, decidimos ir por la carretera de montaña para disfrutar del paisaje, aunque el trayecto por ahí era un poco más largo. Como nuestro auto era un fenomenal bólido super preparado, pues estábamos tranquilos.
Al llegar a la cima para ver la llanura que dejábamos atrás nos encontramos con un par de altares populares. En cualquier parte del mundo los paisanos improvisan lugares que consideran especiales y construyen su altarcito. En uno de ellos había una figura femenina con manto sobre la cabeza, que supongo que sería la Virgen María -también podría ser una monja porque tenía una cruz asida con las manos, y me imagino que lo del merchandising de la cruz cristiana debería ser posterior a la Virgen María-. Pero bueno, lo realmente raro fue la otra figura, que era masculina, y que tenía sandalias con cuerdas hasta las rodillas y una falda de cuero y una capa roja. Te digo yo que esa figura era la de un centurión o un noble romano. Qué hace alguna gente de Merlo adorando a un centurión romano, pues es un misterio insondable de la vida. Anda que si ese centurión en concreto fuese Tiberio Julio Abdes Pantera, eso ya sí que sería un triple salto mortal carpado.
Reserva Natural de Villavicencio
La Reserva Natural de Villavicencio abarca aproximadamente 62000 hectáreas, e incluye una variedad de ecosistemas, desde bosques de montaña hasta áreas áridas. Es una reserva natural privada, donada por el Grupo Danone -que, a su vez, comercializa el agua mineral embotellada con la marca Villavicencio.
Villavicencio es una ciudad en la Provincia de Mendoza conocida como la puerta de entrada a la montaña, dado que es el punto de partida para quienes se dirigen al Aconcagua y otras áreas de alta montaña. Se encuentra a una altitud de aproximadamente 1350 metros sobre el nivel del mar. La Casa Termas de Villavicencio, a sus afueras, es un emblemático edificio que data de mediados del siglo XX, originalmente construida como un balneario y hospedaje por el empresario español José Villavicencio.
La casa fue un importante punto de encuentro para viajeros que se dirigían a la cordillera de los Andes. Su arquitectura es una mezcla de estilos, con influencias neoclásicas y detalles característicos de la época, lo que le confiere un aire de elegancia y nostalgia.
Los jardines que rodean a la casa están dispuestos para ilustrar al visitante de las particularidades de la flora y fauna de la zona.
Pumas no vimos, pero aves rapaces, las que quisieras. También vimos algunos zorros y liebres.
Por la gran altitud, los cactus empiezan a ser más frecuentes y los árboles y arbustos de gran tamaño empiezan a escasear
Paso de Uspallata
Aún dentro de la Reserva Natural nos adentramos en las montañas en dirección a la Cordillera de Los Andes dejando atrás las llanuras.
En las laderas vimos un grupo bastante numeroso de guanacos.
Los guanacos pertenecen a la familia de los camélidos y son nativos de América del Sur, especialmente en regiones como la Patagonia, Argentina y Chile, así como en algunas áreas de Perú y Bolivia. Es un pariente cercano de la llama, la alpaca y la vicuña.
Y, en ese momento… sucedió…
La carretera de montaña se hacía mucho más revirada y angosta, hasta estrecharse tanto en algún tramo que sólo podría pasar un auto a la vez.
Ni punto de comparación con la infame ruta Boliviana de Camino a Los Yungas, pero que algún Jujuy –pun intended– sí te daba al mirar el barranco que quedaba al lado. No siempre había quitamiedos.
A lo largo del trayecto nos encontramos varios puntos de interés, como el mirador del balcón o Balcón del Indio, una vista impresionante desde un balcón suspendido en el aire a un barranco con una caída vertical de 80 m.
La Cruz del Paramillo fue construida por los jesuitas en el Siglo XVII. También tiene su altar popular.
Al seguir avanzando coronamos la sierra en la que estábamos y pasamos al otro lado donde la vista de Los Andes ya se hace constante.
Los Andes son la cadena montañosa más larga del mundo, extendiéndose a lo largo de aproximadamente 7000 Km. a través de varios países de América del Sur, incluyendo Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.
Esta majestuosa cordillera se formó como resultado de la actividad tectónica, específicamente por la colisión de la placa tectónica de Nazca con la placa sudamericana.
El río Mendoza nace en la cordillera y recorre 275 Km. hasta desembocar en las Lagunas de Guanache.
La altura media de los Andes varía según la región, pero en general se estima que la altitud promedio de la cordillera es de alrededor de 4000 a 4500 m. sobre el nivel del mar. Sin embargo, hay picos que superan los 6000 m. Para comparar, la altitud media de los Pirineos es de aproximadamente 2500 m. sobre el nivel del mar.
Éste es un antiguo paso de la ruta. Mamita querida 😲.
Puente del Inca
Ganando altitud llegamos a la estación de esquí de Los Puquíos.
Me llamó la atención lo afiladas que están aún las cumbres de las montañas a su alrededor. Esto se debe a que la Cordillera de los Andes se puede considerar una formación geológica relativamente joven. La formación de la cordillera comenzó durante el Cretácico superior, hace unos 80 millones de años. La cordillera sigue siendo geológicamente activa con terremotos y ascenso en ciertas áreas. En comparación con otras grandes formaciones montañosas como los Apalaches en América del Norte o las Montañas Urales en Europa, que tienen entre 300 y 500 millones de años, los Andes son mucho más recientes.
El Puente del Inca es una impresionante formación natural de un puente de piedra que se ha formado a lo largo de miles de años debido a la erosión del agua y la deposición de minerales. Este fenómeno ha dado lugar a un arco natural que cruza el río de las Cuevas, creando un paisaje espectacular.
Aunque se han realizado algunas intervenciones humanas en la zona, como la construcción de un antiguo hotel -abandonadísimo-, el puente en sí mismo es completamente natural y es considerado una maravilla geológica.
Situado a una altitud de aproximadamente 2740 metros sobre el nivel del mar, su colorido es debido a los minerales que se encuentran en las aguas termales que emergen en la zona, como el azufre y el carbonato de calcio.
Aconcagua
El Aconcagua, situado en la cordillera de los Andes en Argentina, es el pico más alto de América del Sur, alcanzando una altitud de 6961 metros sobre el nivel del mar.
El clima en el Aconcagua es extremo, caracterizado por vientos fuertes y temperaturas que pueden descender por debajo de cero incluso en verano.
El Aconcagua a menudo presenta una nube en su cima debido a un fenómeno meteorológico conocido como «nube orográfica». Este tipo de nube se forma cuando los vientos húmedos, al chocar con la montaña, son forzados a ascender. A medida que el aire asciende, se enfría y su capacidad para retener humedad disminuye, lo que provoca la condensación del vapor de agua y la formación de nubes. Desde el mirador el Aconcagua queda al norte y el Océano Pacífico a sólo ~150 Km. al oeste. La nube en la cima se movía y rolaba y el flujo de vapor desaparecía por la derecha.
Al cabo de un rato la altitud se hace notar y respirar se hace más pesado. Nos pusimos a andar por uno de los senderos hacia la montaña pero la nieve estaba alta y nuestros pies no estaban equipados. Y no era cuestión de hacerse 700 Km. de vuelta en coche con los pies mojados y helados.
Nuestro superbólido todoterreno -que os mencioné anteriormente- nos esperaba en la cuneta dispuesto a que le diésemos otra paliza para volver a Buenos Aires. Si, un Volkswagen Gol 1.6 de tres puertas (no confundir con su hermano mayor -y mucho más grande- Volkswagen GolF. Yo creo que si a un Golf le pudiésemos abrir las puertas lo suficiente, el Gol le cabe dentro 😄. Es casi 15 cm más pequeño que un Volkswagen Polo). Pero ni un ruido en todo el trayecto. Ni pinchamos siquiera después de rodar muchos kilómetros por pistas de campo. Una maravilla de auto. ¡Que se aparten los Jeeps que llega el Gol Atómico!.
En el viaje de vuelta hicimos noche en Los Molles y llegamos a Buenos Aires a la madrugada del segundo día con lo que, al menos, nos libramos del atasco de entrada. La tarde siguiente de llegar nuestros ectoplasmas la pasaron con comida a domicilio jugando a la Play Station mientras nuestros cuerpos maltrechos se secaban en el tendedero.
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