Opcional: escuchar con Voz hablada en tu dispositivo
Esta funcionalidad hace uso de la capacidad de Texto Hablado según la tengas ya instalada y configurada en tu propio dispositivo. Verás que hay algunas voces que no son tan buenas, elige de la lista si tienes oportunidad.
No hay una mejor forma de hacerse una idea de lo que es South Beach que sobrevolarla en avioneta. Y como en Miami hay agua por todos lados, lo más cómodo es que la avioneta sea un hidroavión, y así nos podemos montar en él en la misma bahía.
Te invito a que me acompañes pues a dar una vuelta aérea por la que ha sido la ciudad en la que he vivido durante más de 14 años.
La avioneta era un monomotor con esquís acuáticos que estaba aparcada -¿amerizada? 🤔 – en Watson Island, en plena bahía de Biscayne.
La avioneta tenía grandes ventanales y permitía ver muy bien el exterior, la ciudad de Miami.
Nada más despegar giramos a la derecha para sobrevolar Fisher Island, la isla cuyos habitantes tienen el mayor ingreso per cápita de todo EE.UU. A la isla sólo se puede acceder mediante ferry, yate privado, o helicóptero. Tiene campo de golf, colegio, supermercado… y además está situada a 200 m. de South Beach, sólo separadas por un canal que permite la entrada y salida de los cruceros al puerto de Miami. El puente que se ve es la MacArthur Causeway que engancha con la autopista interestatal I-395. Es uno de los dos únicos puentes públicos con los que entrar o salir de South Miami Beach. Para evacuar por un huracán son un problema siempre.
El extremo sur de South Beach está dominado por varios rascacielos, que presiden el canal y el parque South Pointe Park construido a sus pies. El rascacielos salmón es el Portofino tower, que a mí en particular siempre me ha gustado mucho. Los domingos por la tarde salen varios cruceros comenzando el viaje hacia sus respectivos destinos. Como todos los cruceros tienen que salir por el canal, es habitual que grupos de amigos vayan a la playa a pasar el día y cuando toque se suban al parque con pancartas y/o banderas a saludar y despedir a algún amigo que se va en crucero. Por la poca distancia que hay, desde el crucero se puede distinguir perfectamente quién es quien.
Esta zona de playa tan al sur se llama South Pointe Beach. Siempre está concurrida porque hay parkings alrededor y además está la joya del lounge en Miami: el Nikki Beach Restaurant and Beach Club. Es un lugar de alto standing donde se puede pasar todo el día ininterrumpidamente. En el patio que se ve delante del edificio hay dispuestas hamacas acolchadas donde tumbarte a que te traigan tus cócteles preferidos mientras un DJ está pinchando música chill. Si prefieres algo más de intimidad, formando un semicírculo alrededor hay dispuestas varias camas con dosel donde disfrutar del ambiente de una forma aún más relajada y también más íntima cuando cierras las cortinas. Distribuidas por el jardín hay numerosos pulverizadores de agua para refrescar el ambiente, además de duchas y también la playa, a la que tiene su acceso privado.
En su momento los locales ya le habíamos pillado el truco para evitarnos las colas y entrar y salir libremente por un lateral. Estabas en la playa y te apetecía escuchar un rato de música y tomarte una cerveza y sólo tenías que entrar caminando. Los camareros ya nos conocían y tampoco había mucho drama. Por la noche sí eran más estrictos porque había que pagar entrada para acceder a una de las joyas canallas de Miami: Nikki un domingo a las 12 de la noche. A las 9 de la tarde sólo quedaban en Nikki los pestuzones que estaban alargando de más el domingo y los clientes que iban al restaurante -de lujo- que había en la primera planta. Y el lugar quedaba bastante desierto. Pero a las 11 de la noche de un domingo -¡aunque los lunes se trabaja!- se montaba una cola tremenda para acceder al segundo piso de Nikki. Una discoteca de decoración psicodélica, oscura y con neón por todos lados, donde se juntaban tanto los pijos más pijos -supongo que después de cenar en el restaurante- con postmodernos de atuendos estrafalarios. Si además le añades los no-locales -que podían ser tanto turistas a los que les habían dado el chivatazo, como fijos-discontinuos de Miami: gente que, sin ser residentes, visitan muy regularmente la ciudad por motivos de placer o trabajo- aquello era un cocktail bizarro de techno y depravación. La gente se enfiestaba como si fuera su última noche en la tierra. Para lo chic que era el restaurante en la primera planta, y lo estirados que son los pijos en Miami -más preocupados de ver y ser vistos que de bailar y disfrutar-, la segunda planta de Nikki Beach era donde había que estar la madrugada del domingo al lunes. El viernes y el sábado no sé porque nunca fui. Ahora ya puede que sea otra cosa. Mucho de ese Miami murió con la pandemia.
Miami es una ciudad de planificación territorial moderna. Y lo que hicieron fue diseñar un mapa de ocupación del territorio donde las calles forman una malla de calles perpendiculares entre sí, que es lo más óptimo para ordenar el territorio. Cuando una calle en Miami va de Norte a Sur, se la llama Avenida. Cuando va de este a oeste, es Calle. La calle de South Pointe Drive donde están los rascacielos es la calle UNO (1st street). Y así vamos aumentando según vamos pasando calles hacia el norte. La famosa Española Way es la 14st, y la celebérrima Lincoln Road es la 17st. Las 5 primeras calles de South Miami Beach forman el distrito SoFi (South of Fifth). Hoteles boutique, restaurantes de nivelazo, y un conjunto de discotecas de alto standing en los que crearon una burbuja de ocio donde aislarse de la marabunta canalla de Washington Ave y Ocean Drive, algunas calles más al norte en la misma South Beach. Lo consiguieron durante algún tiempo -inauguraron también una Amnesia Miami-, aunque los locales siempre podíamos encontrar reductos hillbilly como el Ted’s Hideaway, un ¿bar? raro que parecía sacado de la América profunda y que no pegaba ni con cola con los establecimientos que tenía alrededor. Blue Long Island a 4 dólares, a 100 m. de Nikki Beach y abierto hasta la mañana del día siguiente. Yeah.
Más al norte, entre la 9st y la 22st se encuentra la zona canalla de South Beach con las discotecas y pubs más famosos: las discotecas Mansion o Cameo, el Beach Club Clevelander, o esa cosa bizarra y kitsch que es el Mango’s Tropical Café y a donde siempre llevé a mis invitados para que saliesen empapados en sudor y riendo como nunca. Al principio de mudarme a la ciudad contemplé alquilar un apartamento en esa zona pero después lo pensé mejor: nunca sería capaz ni de dormir por el ruido que hay cualquier día de la semana -los turistas no paran- ni de avanzar nada en mi trabajo, con tantas tentaciones a todas horas.
A partir de la 23rd St. se abre una zona más residencial con más apartamentos y casas y menos pubs y discotecas. Al otro lado de la isla está el campo de golf municipal de Miami Beach y la otra vía para entrar y salir de South Beach, la Julia Tuttle Causeway (Interestatal I-195, que se convierte en la 41 st. en Miami Beach). Los edificios que se ven a la derecha son el complejo sanitario Mount Sinai.
Uno de los hoteles más famosos de Miami Beach es el Fontainebleau. Un mastodóntico resort de alto standing que ha albergado a numerosos miembros de la farándula internacional. Tiene un club nocturno, el LIV, muy famoso en Miami. Dress code estricto y copas a 15 dólares. Los miércoles, «girls night out».
Un poco más al norte nos encontramos con dos condominios muy conocidos: el Diamante verde y el Diamante azul, llamados así por la iluminación que tienen en sus cúpulas piramidales, y que hacen que se vean desde largas distancias en el mar o en tierra. A la izquierda, y pegado al Diamante Verde está el Condominio Mimosa, un edificio bastante más antiguo en el que vivían varios profesores españoles en Miami. Unos amigos vivía justo en un apartamento de la cara norte del Mimosa que daba a la cara sur del Diamante Verde, separados por quizá 30 m una ventana de otra. Un apartamento en uno u otro condominios tenían muy diferentes valores de mercado (siendo el Diamante verde de varios millones de dólares). Lo curioso es que los vecinos de 12 plantas de la cara sur del Diamante verde, habiendo pagado el pastizal que habían pagado por su apartamento, vivían con las cortinas echadas de día y de noche porque, al tener grandes ventanales, se veía a-b-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e t-o-d-o. Pero si, podían decir que vivían en el Green Diamond en Miami Beach. En fin.
Yo viví durante 4 años en Collins Ave. con la 54 st., en el condominio Carriage House. El edificio por dentro tenía una pequeña zona comercial, con un restaurante, tienda de conveniencia, peluquero, y gestora inmobiliaria. Tuve mucha suerte de poder engancharlo y en ese apartamento atesoro muchos de mis mejores momentos en Miami.
La vida de soltero a pie de playa y a 20 minutos andando de South Beach tuvo ciertamente su encanto. Fueron unos años de trabajo furibundo y continuos viajes de trabajo a Argentina y Mexico, pero los disfruté realmente.
Al otro lado del Carriage House estaba la Intracoastal Waterway que sube hasta Normandy y Bal Harbor. La leyenda dice que Enrique Iglesias hizo esquí acuático en pelota a altas horas de la noche para cumplir una apuesta. En su momento su padre Julio Iglesias compró enterita una pequeña isla (Indian Creek) situada un par de Km. más al norte.
La Isla Monumento a Flagler es una isla artificial con un monolito que homenajea a Henry M. Flagler, un pionero de Miami en el siglo XIX que invirtió en la construcción de la línea de ferrocarril del este de Florida y que fue cofundador de la ciudad moderna de Miami. Inicialmente la forma de la isla era de un círculo de hormigón pero la naturaleza ya ha tomado posesión de la isla.
Este es el típico cielo de Miami en invierno: un azul intenso y una miríada de cúmulos en él. Como no es habitual que llueva en invierno y con estos días soleados, la temporada alta de turismo en Miami es precisamente de Noviembre a Marzo, que es cuando los turistas Snowbirds viajan desde sus casas en las zonas frías de Norteamérica (Canadá y estados del norte en EE.UU.) a disfrutar del clima en Miami. En verano el tórrido calor y la humedad es una mezcla difícil de soportar para los no iniciados, y suele llover -lluvias tropicales, calientes y que descargan con mucha furia y durante un corto periodo de tiempo. Súmale que la temporada de huracanes es de Junio a Octubre. Es temporada baja.
En Miami hay mucho famoso y multimillonario de todo el mundo que tiene una residencia en la ciudad. Están diseminados por muchas zonas, pero las islas de la Bahía Biscayne -Star Island, Palm Island e Hibiscus Island- son famosas al permitirles un muy buen aislamiento de la plebe. Los puentes que comunican las islas son de acceso restringido, por lo que si tienes curiosidad por ver «las casas de los famosos» tienes que alquilar un tour en bote que te va navegando por las islas y bueno, pues así que sacie su curiosidad aquel que la tenga.
El terminal de cruceros del puerto de Miami ha ido aumentando en infraestructura con el paso del tiempo. Hay días en los que hay varios cruceros enormes fondeados en el puerto. Vienen viajeros de todo el mundo a salir en crucero desde la ciudad porque es el lugar más indicado -junto con Ft. Lauderdale y quizá Orlando- para hacer un crucero más o menos largo por el mar Caribe. Las Islas Bahamas están a medio día de distancia.
El agua -y los yates- están siempre presentes en la vida en Miami. Los botes a motor son muy comunes -es como comprarse un segundo coche en España- y mucha gente los guarda en el jardín de su casa montados en el trailer con el que los desplazan. También es muy habitual que las casas tengan salida directa a un canal, y simplemente los tienen amarrados en el agua. Otros muchos pagan la mensualidad para tener el bote almacenado en una marina en donde los operarios lo suben con grúas a estructuras de varias alturas para almacenarlos. Pero cuando tu barco es a vela y tiene mástil -y no le quieres desmontar el mástil-, pues lo fondeas en la bahía y usas un servicio de taxi acuático que te lleva y te trae al bote.
El puerto de Miami, Fisher Island a la derecha, y South Beach al fondo.
El parque de Matheson Hammock tiene una pequeña laguna con forma de atolón y rodeada de palmeras. Es un lugar muy bonito que ademas al atardecer regala unas fotos preciosas, con el típico cielo rosa-rojizo de Miami -que junto con el intenso color azul turquesa del agua y los carteles de neón de Ocean Drive en South Beach, es el origen de que Miami tenga asociados colores fluorescentes en el merchandising de la ciudad.
Como toda la bahía está protegida del fuerte oleaje del Océano Atlántico por el Cayo Vizcaíno, es un lugar fenomenal para practicar kite surf.
Otra zona bien de Miami es Coral Gables y Coconut Grove, con su respectiva marina abarrotada de yates. Es muy normal que en una calle cualquiera -que no sea de barrio ghetto- te encuentres uno o varios barcos. La afición es muy grande.
El skyline de Miami con la Rickenbacker Causeway en primer plano, que es otra carretera que esta vez comunica Miami con los cayos del norte (Cayo Virginia y Cayo Vizcaíno). Esa elevación de la Rickenbacker Causeway es, sin exagerar, la pendiente de mayor desnivel y acceso público que se pueda encontrar en Km. a la redonda. Tiene carril bici y los fines de semana está repleta de ciclistas que se pican en hacer la pendiente y llegar hasta Cayo Vizcaíno. Es el punto Strava de todo Miami.
Miami es una ciudad absolutamente plana, con un desnivel de quizá 10 metros en toda la extensión. La otra opción para encontrar «cuesta» son los parkings, que o bien están dentro de la estructura de los rascacielos, o bien tienen su edificio propio de varias alturas. Yo he ido un sábado por la noche con amigos a hacer skate con un long-board al parking de un edificio de la Universidad de Miami para así no tener tráfico.
El American Airlines Arena -ahora Crypto Arena-, sede del equipo de baloncesto Miami Heat -triple campeones de la NBA-. A la izquierda, de color ocre, la Freedom Tower. A la derecha, el Centro de Artes Escénicas Adrienne Arsht y el Teatro de Ópera Ziff, una instalación muy moderna en la que ver espectáculos clásicos en Miami.
La desembocadura del Río Miami, que transcurre a través del Downtown en el área de Brickell.
El skyline de Miami Downtown es también un espectáculo de luz en la noche.
De la secuencia de Cayos en el sur de Florida hay un par de ellos que están cerca de la ciudad de Miami. En Cayo Vizcaíno se celebraba un famoso torneo de tenis que ha tenido como vencedores a Djokovic, Federer, Agassi, Lendl, Navratilova, Chris Evert, Arantxa Sánchez-Vicario, o Serena Williams.
En el otro cayo superior, el cayo de Virginia, se encuentra el acuario de Miami, una instalación excepcional para observar la vida marina.
Gran parte de Cayo Vizcaíno lo ocupan parques naturales de acceso libre. Tengo especial predilección por Crandon Park, que es una playa blanca de grandes dimensiones y aguas cristalinas, al otro lado de un campo de golf. Me gusta esta foto porque las cometas de los kite surfers flotan en el agua cristalina de Cayo Vizcaíno.
En el Cayo de Virginia se practica otro tipo de deporte acuático: el windsurf. Llegó a ser el deporte acuático por excelencia en Miami a principios de los 80, antes de que la tecnología evolucionase y permitiese crear nuevas formas de desplazamiento en el agua como el kite surf -o el más reciente foil surf-. Al otro lado de Virginia Key está el antiguo Estadio Acuático de Miami, donde en los locos años ochenta se realizaban competiciones acuáticas de todo tipo, incluyendo las carreras de lanchas fueraborda que hicieron de Miami la capital mundial de los deportes acuáticos. Yo respeto a todas las generaciones, pero hay cosas que disfrutamos en los 80 y 90 que hoy en día no se permitirían en aras de la seguridad y nosequé más. Che, dejáte de joder, déjanos disfrutar de la vida.
He vivido en Miami durante más de 14 años, habiendo llegado para instalarme definitivamente en 2009. Antes, a lo largo de 2006 y 2007 había visitado la ciudad en repetidas veces por motivos de trabajo, y ya me había enamorado de ella.
Si para los europeos en general es difícil encontrarle atractivo arquitectónico a las ciudades americanas por lo «recientes» que son sus lugares históricos, imaginaos para un cordobés, que si hacemos un hoyo en medio del campo a 3 Km. del borde actual de la ciudad nos podemos encontrar con los cimientos de una casa de hace 1000 años. Todos tendemos a ser desdeñosos con las ciudades americanas porque «les falta encanto», «no tienen poso», «cartón piedra» y el famoso «no hace tanto que todo esto era campo». Está claro que no se pueden comparar las ciudades europeas con las norteamericanas en ese aspecto concreto.
Sin embargo, Miami tiene un entorno natural tropical semiselvático y un contexto que la hace singular. Es una ciudad en un clima del tercer mundo con una estructura social, seguridad, servicios e infraestructura del primer mundo. Les aguardo amablemente a que me indiquen otras ciudades que cumplan esos requisitos.
No tendrá el poso histórico que tienen otras ciudades europeas, pero en Miami se vive muy muy muy bien. Y yo la he disfrutado un montón. No la cambio por nada. Miami 305 4ever 🫶🏻.
¡Gracias por leer! ¡Puedes seguir explorando accediendo al menú abajo!